Gracias a los progresos técnicos que se alcanzaron en la construcción de embarcaciones, como las calderas multitubulares, el empleo del diesel en vez del carbón y la incorporación de turbinas, entre otros, el destructor pudo aumentar desplazamiento y velocidad, soportando también mayor armamento que asegurase el éxito de sus misiones contra los torpedos.
Por su tarea específica en la escolta y protección de convoyes, defensa del transporte marítimo y funciones de ataque torpedero o antisubmarino, los destructores actuaron durante la segunda Guerra Mundial a modo de comodín de las distintas flotas, pero por sus numerosas pérdidas tuvieron que ser modificados rápidamente”.
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