Una elevación prolongada de las temperaturas estivales medias, aunque sólo sea de 2° C ha sido suficiente para provocar que los corales se queden blancos, mientras que una subida de 4° C por encima de los valores máximos tolerables por las madréporas durante unos días ha causado la muerte de entre un 90 y un 95% de los corales. Las partes más superficiales de los arrecifes quedan expuestas inevitablemente al peligro que suponen estas variaciones de temperatura, cuyos efectos más dañinos se reflejan sobre todo a 10-20 m de la superficie, y vienen dados por el exceso de rayos UVE y la disminución de la salinidad causada por unas lluvias más intensas y prolongadas y la contaminación”.
Fuente:
Guía del mundo submarino
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