Esto explica por qué las partes menos expuestas de un arrecife parecen, por término medio, más ricas en una serie de formas y especies que en las zonas más expuestas a las olas o las corrientes. La intensidad de la luz, por su íntima realción con las algas simbióticas, también desempeña un papel que no es ni mucho menos secundario, y es capaz de influir en la forma de una colonia. Un coral redondeado y compacto en unas aguas superficiales bien iluminadas tenderá, a mayores profundiades donde se reduce la luminosidad, a ser más plano de manera que los pólipos se orienten en una solo dirección, compensando así la acción reducida de los rayos del sol con un área superficial más grande. Se pueden dar transformaciones similares en corales ramificados, como los que pertenecen a la especie Acropora variabilis, de la que existen ecotipos específicos según la profundiad, o el género Montipora, cuyas colonias, ramificadas en aguas superficiales, suelen formar estructuras tabulares en aguas profundas. Otra característica de los corales, a la que se debe su aspecto "florido" es la presencia de tentáculos. Dichos tentáculos son filiformes y no plumosos, como ocurre con los octocorales, y su número es de 6 o múltimplos de 6. Anatómicamente, se pueden considerar extensiones del pólipo alrededor de la boca y se retraen dentro del cáliz tanto por estímulo externo como guiado por rítmos endógenos (por ejemplo, la alternancia de día y noche), cumplen una función defensiva, además de ser esenciales para capturar alimento".
Fuente:
Guía del mundo submarino
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